Inhalo hasta que mis pulmones empujan mis costillas,

mientras mi mirada termina

de dibujar la cordillera de los andes.

Como un cóndor observo mi fogón,

sigilozo… y ¡veloz!

Leve sabor a leña y carbón.

Siento el espezo ventarrón que me empuja y me despierta,

exhalo sin contratiempo, uniéndome al viento

mis piernas se aflojan y como en canoa,

¡de un solo remo bajo la montaña!

¡pum, pam! ¡pum, pam!

¡un, dos, tres! ¡un, dos, tres!

al ritmo de zarzuela voy escribiendo versos con mis rastros

en territorio de colonos e indios,

mientras suspiro… ya sin aire

y admiro en ocaso.

Poemas que el viento ha narrado,

leyendas que en el monte se han escrito,

para así poder… retomar mi respiro.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *